Hoy os traemos algunas pautas educativas básicas que os pueden servir tanto a nivel personal como para enseñarlas a padres, madres, tutores/as o educadores/as. Son estrategias básicas para establecer una relación sana y de confianza con menores pero hay que entenderlas bien y grabárnoslas en nuestra cabeza.
Cada una de las pautas deben ser adaptadas a a la persona, a sus necesidades y a su carácter. Hay quien necesita hablar más, quien necesita menos cariño verbal o físico o quien prefiere un tono más comprensivo cuando se dirigen a él/ella.
Mediante la comunicación verbal y no verbal podrás ir descubriendo de qué manera deberás ir aplicando las pautas y cuales tienen mejor resultado en el menor. No olvides ponerte siempre en su lugar, comprender sus actos y empatizar con sus sentimientos.
Estas son algunas de las pautas educativas básicas fundamentales:
Ser ejemplo positivo
La persona que educa debe ser siempre el ejemplo y el espejo en el que se reflejan los niños. Los menores observan y aprenden de su actitud, reacciones o de cómo resuelve determinadas situaciones.
Enseñanza directa
La mejor forma de educar a los menores es enseñarles directamente lo que quieres que hagan y cómo deseas que se comporten o actúen en determinadas situaciones. Los niños no entienden las insinuaciones, debes ser claro.
Disponer de normas y límites
Los menores deben disponer de unas normas y límites claros y concretos. Estos son las “reglas de juego” dentro de las cuales pueden actuar. Las normas dan seguridad y nos permite ir reforzando y modificando las conductas
Adoptar medidas si no se cumplen las normas
– Si estableces unas normas y límites tienes que ser coherente y procurar su cumplimiento. Debe haber consecuencias si estas no se cumplen.
– Sin consecuencias, las normas y los límites dejan de ser efectivos, se disipan y pierden su función. Es aún más contraproducente si aplicamos esas medidas de forma arbitraria (unas veces tienen consecuencias y otras no) Confundiremos al menor y no tendrá resultados.
– Las medidas que se suelen adoptar cuando las normas se incumplen serán progresivas (no será igual la primera vez que las incumpla que si es de forma reiterada) y pueden ser llamar la atención, reparar los daños, no poder realizar determinadas actividades que el menor desea o no conseguir determinados objetos o privilegios
Reforzar conductas deseadas
– El refuerzo positivo de las conductas adecuadas es una de las medidas educativas más eficaces. Cuando reforzamos, ponemos toda nuestra atención en la conducta adecuada y le enviamos el mensaje de “así es como esperamos que actúes la próxima vez”.
– Las formas de reforzar son variadas. Una de las más eficaces suele ser prestar especial atención al comportamiento adecuado.
– El elogio y la aprobación también es muy efectivo. Lo mismo sucede con asociar el hecho de disfrutar de determinados privilegios, actividades u objetos a comportamientos adecuados: “si haces esto, podrás hacer lo otro”.
Hablar con el menor
Debemos siempre tratar de hablar y razonar con los menores. Las normas y límites no son caprichos personales, tienen su razón. Hablar con ellos, explicarles los motivos de la actuación y lo que se espera de ellos, es una pauta fundamental.
Educar con afecto
El afecto y su demostración debe estar siempre presente en nuestra relación con el menor. No solo el afecto es físico, sino que también es escucharles, dedicarles tiempo, tener detalles o tener paciencia.
Pero el afecto no excluye que se adopten normas y que tomemos medidas si estas no se cumplen.
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